LAS DOS VERSIONES DEL LIDERAZGO EMOCIONAL
Por Santiago Álvarez de Mon.
Expansión.com. 27-7.
Solo en ocasiones el ser humano se comporta de modo racional y previsible. A menudo se deja llevar por impresiones, afectos, gestos, sin someter estos a una evaluación rigurosa de sus fundamentos y consecuencias. ¿Por qué unas personas nos inspiran respeto y otras no? ¿Por qué unas personas nos hacen sentir de una manera que rezuma confianza, credibilidad, esperanza, y otras nos adormecen con palabras burocráticas? ¿Por qué nos comprometemos con proyectos más grandes que nosotros, y otros destilan sopor e incredulidad? Resulta difícil imaginar que, en las respuestas a estas preguntas, las emociones sean silenciadas o ignoradas. Si el liderazgo como relación con los otros se reduce a pura emoción y sensibilidad, obviando la capacidad de pensar con precisión, frialdad y lucidez, estamos bordeando la frontera de la manipulación, del paternalismo, del vendedor de humo. De igual manera, si la fórmula del liderazgo no suma sentimientos, vibraciones, miradas cómplices, palabras auténticas, silencios acogedores, empatía, se torna un proceso vacío, yermo, desilusionante.