NADAL Y CADA UNO DE NOSOTROS
Por Santiago Álvarez de Mon.
Ex. 15-6.
Nuestro deportista más admirado es una veta riquísima en aprendizajes decisivos para la aventura de vivir. Entre los muchos temas que se pueden abordar siguiendo la trayectoria de Nadal –talento, esfuerzo, trabajo, sacrificio, equipo (sin el ecosistema familiar y profesional que rodea a Rafa, no hubiera llegado tan lejos), valores (humildad, prudencia, honestidad…) –, hoy quisiera centrarme en tres elementos consustanciales a la excelencia humana, sea cual sea el ámbito en el que nos movamos.
1.- Curiosidad. Ada Yonah, científica distinguida del Weitzmann Institute, Nobel de Química en 2009, cuando me entrevisté con ella a las afueras de Tel Aviv, interrogada por lo primero que le pide a un investigador, me contestó espontáneamente. “Primero, curiosidad. Segundo, curiosidad. Tercero, curiosidad”.
2.- Conseguir ese estado mental de concentración y fluidez, en el que táctica e intuición se solapan, en el que razón y corazón se hermanan, en el que sólo importa este punto, este juego, es donde Nadal se muestra como un consumado maestro.
3.- Nadal gana a menudo porque el partido interior que libra en su cabeza lo maneja con una inteligencia suprema. En paz consigo mismo, con una actitud encomiable, gana con humildad y pierde con señorío y deportividad. El partido exterior no está bajo su control, el interno, el mental, sí. Y ahí decide ser su mejor amigo, no su peor enemigo.