PAULO MORGADO, Consejero Delegado de Capgemini en España
(Leiria, Portugal, 1963).
Tiene una combinación diferencial y muy interesante entre su faceta intelectual, con ocho libros en su haber, y un carácter eminentemente práctico. Su formación en finanzas y filosofía marcan una entrevista en clave personal donde dibuja su perfil de líder.
P. ¿Cómo entiende el liderazgo? ¿Qué cualidades configuran un buen líder? El verdadero líder tiene una triple faceta: de agitador, de artista y de académico. De agitador como alguien que fomente una cultura volcada a la acción y que despierta un sentido de urgencia. Artista para fomentar la creatividad de los empleados y crear una organización con visión intuitiva, que pueda crear algo realmente nuevo. Y académico, para formar y desarrollar personas, acumular conocimiento y formación e investigar y aprender de forma continua a través de conversaciones abiertas con los juniors y con distintos niveles de la organización.
P. ¿De quién ha aprendido a ser un líder? Me gustan los estilos de liderazgo abiertos, accesibles y disruptivos. Creo en la inteligencia colectiva que resulta de esta apertura y curiosidad. He aprendido mucho de tres personas con las que trabajé. Una me enseñó la importancia de la capacidad comercial. Otra, el rigor de las finanzas y cómo se crea valor en la compañía. Y de la tercera interioricé la inquietud por emprender. A nivel personal, de mi abuelo, que era empresario, aprendí la importancia del trabajo duro, la seriedad y la ayuda a los necesitados.
P. ¿Cuáles son sus claves de dirección? Me gusta gestionar por objetivos. Valoro más el resultado que la acción, pero desde luego, una buena persona, seria, y trabajadora, siempre tendrá mi apoyo. Valoro mucho la asunción de responsabilidad, de manera que si alguien dice que hace algo, no tenga que estar detrás de ella. Para gestionar de esta manera, me apoyo en rutinas , que yo llamo también rituales, en lugar de en organigramas, y abogo por una estructura plana, de escucha activa, en la que los directivos sean accesibles y responsables, en el sentido de rendir cuentas.
P. ¿Cuál es la importancia de la cultura empresarial en su gestión? Lo es todo. En tiempo en los que la toma de decisiones cada vez es más descentralizada, los valores y los comportamientos corporativos deben ser claros para que la toma de decisiones pueda ser más autónoma. No me gusta ni la burocracia ni la política en la empresa. Son los modus operandi de otros tiempos. El líder siempre tiene que dar ejemplo. Creo que el valor al que más peso doy es la meritocracia. Conjugarla con el ejemplo, lo que significa no ponerse límites ni personal ni profesionalmente e intentar estar siempre ent5e los más competentes. Siempre difundo esta actitud, aunque no sea popular.