AGILIDAD ORGANIZACIONAL, LA HABILIDAD DEL NUEVO CEO
Por Ernesto Weissmann. Expansión Directivos en Verano 20-7-21.
La agilidad, de la que tanto se ha hablado en escuelas de negocios en los últimos años no consiste sólo en saber jugar con reglas diferentes que cambian todo el tiempo. Sino en aprender a jugar a un juego muy distinto, en el que ya no nos sirve definir estrategias a tres años y esperar a que se cumplan los plazos. Hoy nos movemos con plazos mucho más cortos, que van actualizándose permanentemente, y que nos llevan a trabajar con la experimentación, con versiones beta, que nos ayudan a entender muy bien qué quieren nuestros clientes y a testearlo antes de diseñar el resto de nuestra estrategia empresarial. Para que sea exitosa, la agilidad de una organización debe trabajarse en tres niveles diferentes. La agilidad estratégica, que implica estar preparados para capturar las grandes oportunidades cuando éstas se presentan. El Santander la demostró al apostar en plena crisis a América Latina, lo que le permitió expandirse por el continente a ocho países más en tiempo récord. La agilidad de portfolio, que nos permita sacar recursos de lugares menos rentables y reasignarlos allá donde más se necesiten de manera veloz. Es algo que grandes compañías de consumo, como Procter & Gamble o L’Oreal han hecho durante la pandemia, modificando su selección de productos para responder a la situación específica de sus clientes. Y por último, la agilidad operativa, vinculada a la manera en la que manejo mi negocio tradicional. Inditex, con sus colecciones just in time, que recogen y producen las tendencias de moda del momento, es una de las compañías que más sabe de este nivel de actividad. Las organizaciones hoy deben entrenar la fuerza, la resistencia y la flexibilidad.