EL LENGUAJE DE LOS GESTOS
De un artículo de Santiago Álvarez de Mon en Expansión, 20-1.
Al repasar nuestra historia personal nos tropezamos con muestras de simpatía y consideración de personas a las que importamos. No podemos entender la vida sin el lenguaje de los gestos. Desprovista de ellos vivir se torna una experiencia árida, desoladora. Un detalle imprevisto, un mensaje de esperanza, una mirada cómplice, un guiño espontáneo, un abrazo hondo, una despedida que nos arranca el alma, unas lágrimas nobles y tímidas, un silencio respetuoso…son la expresión sublime de afectos que nos conmueven. La memoria, tan olvidadiza y distraída para conceptos e ideas abstractas, graba de manera indeleble testimonios y ademanes que contienen sentimientos inefables. Territorio del espíritu, el corazón se maneja con mayor naturalidad y gracia que la docta razón. Recordando a Pascal –“El corazón tiene razones que la razón no entiende”– se trata de sumar para lograr la armonía soñada.
Lo dicho aplica también para al mundo de la política. Actividad intrínsecamente relacional, no puede quedar constreñida a un universo de teorías, planes y estrategias formales, carentes de la savia y energía que atesora nuestro fogón emocional. Lo segundo consistiría en hacer de la política una permanente función teatral.
Arnold Schönberg explica muy bien este sobrante de teatralidad y afectación. Mientras leía a Schöenderg pensaba en Podemos. Uno intuye que debajo de la farsa se esconde una mentalidad totalitaria. La toma de posesión de las nuevas Cortes constituye uno de los picos de esta interpretación aparatosa de la política. Diputada Carolina Bescansa y un ilustre invitado, su bebé. Contenido: Conciliación familiar. ¿Empezamos por ahí, yendo al fondo de la cuestión, o situamos el debate en su dimensión más epidérmica y provocadora? Con ser una penitencia severa, prefiero un político aburrido, torpe, previsible, distante, que un prestidigitador entrenado en tocar las fibras más íntimas. Máxime si lo que esconde en última instancia es un estratega frío obsesionado con alcanzar el poder. Si esto ocurriera, se iba a enterar el público de qué va la obra.