LA HORA DEL OPTIMISMO
Por SANTIAGO ÁLVAREZ DE MON. Ex.4-12-2020.
Inmerso en esa sucesión ininterrumpida de encuentros, reuniones, conversaciones, he recuperado a una de mis maestras favoritas en la noble aventura de vivir, Helen Keller. “Sólo a través de experiencias de sufrimiento y prueba, el alma del ser humano se fortalece, la visión se aclara, la ambición se inspira y el verdadero éxito se alcanza. Casi todos los hombres y mujeres que han sido históricamente honrados por sus servicios a la humanidad fueron moldeados con los usos y maneras de la adversidad. Triunfaron porque rehusaron abandonar ante las dificultades encontradas”. A fe que su biografía, llevada al cine en la película The miracle worker, es testimonio incontestable de una admirable actitud vital,de la capacidad de superarse en la adversidad, estirar el umbral del dolor y alcanzar cimas impensables. “Mi optimismo no es una dulce e irrazonable satisfacción… Si no contabilizo el coste es como una casa construida sobre arena. Conozco bien la maldad del ser humano. Mi optimismo no descansa en la ausencia del mal, sino en la creencia de que el bien prevalece al final”. Baño de madurez, realismo, inteligencia, honestidad, la voz poderosa y delicada de Keller canta a la esperanza, a la bondad, a lo mejor del ser humano. No se entiende su respuesta, su tenacidad y alegría de vivir sin la figura descomunal de su maestra, Anne Sullivan. Trabajo, rigor, exigencia…, justo lo contrario que promueve la Ley Celaá. Cuando se debilita la cultura del esfuerzo, del mérito, cuando se devalúa el aprobado porque se eliminan las consecuencias del suspenso, nuestros hijos son los grandes perjudicados. Además, sensibilidad, tacto, empatía, el lado amable de una gran docente. “Hacía de cada palabra algo vibrante para mi mente…, ella es la puerta por la que pasé de la oscuridad a la luz, de la soledad a la amistad, al conocimiento y al amor”.