LA NOSTALGIA, ESA TENTACIÓN, POR SANTIAGO ÁLVAREZ DE MON
Ex.12-4.
No me gusta caer en la nostalgia, una forma de huir de la realidad con sus exigentes requerimientos idealizando una época que se fue. Tampoco quisiera demonizar el presente, único tiempo sobre el que se puede actuar, lleno de peligros, amenazas, pero también de oportunidades, logros y posibilidades. Pienso que el reto de cada generación es ser la mejor versión de sí misma. Dicho esto, es inevitable caer en la tentación de comparar el Parlamento de la Transición con el que salió de las elecciones de 2016. Una foto completa, precisa, aséptica, realista, de los diputados de entonces, si la contrastamos con los de hoy, permite extraer algunas conclusiones. A efectos de esta columna, la más importante es que aquellos diputados eran mayoritariamente profesionales distinguidos que aparcaban sus brillantes carreras profesionales para ponerse al servicio de la cuestión pública, de su país. Hoy en día, sin generalizar injustamente, hay testimonios ejemplares, el tráfico de muchos diputados es del Congreso a las sedes de los respectivos partidos, o de éstos a los asientos del Congreso. Pienso sinceramente, ahora que todo el mundo hace propuestas de cambio, que un sistema de listas abiertas vincula más directamente al representante político con sus representados, es más difícil escaquearse. El divorcio talento-política nos sale muy caro a todos. Hasta la vuelta, feliz Semana Santa.