TRABAJAR… Y VIVIR
Por Santiago Álvarez de Mon. Ex.3-12-21.
En una cultura instalada en el presentismo, en una sucesión ininterrumpida de reuniones, el teletrabajo ha abierto los ojos a muchos profesionales. Fenómeno universal, la gente no quiere perder el tiempo en atascos interminables, en traslados en metro o autobús desbordados. Todos conocemos alumnos, profesionales, parientes, clientes… que han aprendido e incluso disfrutado compaginar al calor de su casa ocio y negocio. Siendo el espacio un factor diferencial –no es lo mismo teletrabajar en una casa de 300 m2 que en otra de 50, con varios hijos pequeños que sin ellos…–, lo cierto es que son los más los hombres y mujeres que en distintos niveles de la estructura organizativa, jóvenes y no tanto, solicitan o negocian currar más en remoto. Lunes, viernes, días alternos, un porcentaje equis de horas, dependiendo del sector o industria, cultura empresarial, responsabilidad contraída…, es una demanda o inquietud que atraviesa todo el tejido empresarial del país. De la mano del coronavirus aflora con fuerza y se afianza una idea distintiva de la sociedad de hoy. Estoy hablando de la calidad de vida, ideal que cualquier gestor de equipos humanos sensible a sus colaboradores debería tener en su radar. ¿Qué es calidad de vida? Pregunta universal, respuesta particular, vaya usted a saber, pero si hablo de menos horas en el asfalto de nuestros ciudadanos, de proximidad hogar-oficina, de horarios flexibles, de libertad y confianza para trabajar en casa, de una creciente autonomía personal… no creo ir descaminado. De fondo, una aspiración perfectamente entendible. Además de trabajar y tener una respetable carrera profesional, las nuevas generaciones quieren vivir, disfrutar de un tiempo libre para cultivar otras facetas de una personalidad plural. Seguir leyendo en: