PESE A TODO, FELIZ NAVIDAD
Por Santiago Álvarez de Mon. Ex.18-7-2020.
Nos acercamos a la Navidad probablemente más atípica de nuestras vidas. Fechas singulares, tradiciones familiares, celebraciones religiosas, marcadas por la crisis global del coronavirus. Un año difícil, inolvidable, este 2020 que se va entre dudas e incertidumbres. En fin, qué le voy a contar que usted no sepa, estimado lector. Un día sí y otro también nos damos de bruces con testimonios, experiencias, situaciones, que nos obligan a sacar de nuestro arsenal personal los valores más nobles, las actitudes más ejemplarizantes. Con ese propósito en mente me he vuelto a zambullir en las páginas de Elogio de la debilidad, de Alexandre Jollien. Original de Valais, Suiza, estudiante de filosofía en la Universidad de Friburgo cuando lo escribió, sus apuntes personales son un pozo fértil de sabiduría y fortaleza moral. Primero, un poco de contexto, le dejo hablar a él. “Llegué a este mundo el 26 de noviembre de 1975 en un pequeño pueblo suizo del que me fui a los pocos días de nacer. Un accidente durante el parto me arrancó de la familia obligando a mis padres a ingresarme en una institución especializada… Como se puede comprobar, me cuesta coordinar los movimientos, camino tambaleándome y hablo con lentitud. Son secuelas de una asfixia que científicamente se conoce con el nombre de atetosis”. Segunda lección importante que aprende Jollien, solo, no puede, se requiere de trabajo en equipo. La tercera enseñanza valiosa, la realidad sólo se cambia desde dentro. Paradójicamente, sabernos limitados, sensibles, inermes, es un síntoma inequívoco de nuestra entereza. Nuestra debilidad es la otra cara de nuestra fortaleza. La Navidad es una gran paradoja, un enorme misterio. Celebramos que Dios se hace hombre, se presenta ante nosotros como un niño indefenso, inocente. Esa imagen y la de la Cruz, invitan al recogimiento, a la esperanza, a la alegría, pese al Covid. Feliz Navidad.