¿Y QUÉ HAGO YO?
Por Santiago Álvarez de Mon. Ex.17-11-23.
La respuesta de la sociedad dependerá de lo que haga cada uno de nosotros. ¿Qué actitud se puede adoptar? Celebraría que en esta encrucijada histórica primara lo siguiente: 1. Inteligencia. Necesaria para hacer un diagnóstico correcto y completo de la situación, y actuar acorde con la naturaleza y alcance del mismo. 2. Equipo. No es tarea para llaneros solitarios, sino para líderes capaces de armar grupos que suman y se complementan desde la singularidad de cada persona. 3. Generosidad. Se tiene que pensar en grande, en España, no dejarse llevar por egos que ven una oportunidad única para lucirse y saciar su vanidad. Esto va de servir, no de figurar. 4. Honestidad. Observando el comportamiento de políticos sin escrúpulos, que cada uno eche un vistazo a su conciencia y, desde ahí, desde esa libertad y tribuna interior, será más fácil acertar. 5. Civismo. Son crisis propicias para que los más radicales y violentos luzcan su palmito. Tentación, para algunos, insuperable, se precisa justo lo contrario: paz, mesura, ecuanimidad. El mundo se cambia desde el corazón, desde la luz interior, no desde la agresividad e histrionismo. 6. Perseverancia. Esta es una carrera para espíritus maratonianos, no para sprinters acelerados que enseguida se desfondan. Pasado el ruido mediático de estos días, vendrá la rutina, el cansancio, la guardia baja; territorio ideal para los excesos del poder. Constancia, tenacidad, mirada larga, limpia. La causa lo merece. 7. Empatía. Crucial para ser portavoz de los demás, para expresar con palabras sus pensamientos más íntimos, para soñar juntos, para tender puentes con la otra orilla. El maniqueísmo, el cainismo, tan tentadores, no pueden tener cabida. 8. Optimismo. Como los grandes deportistas, los partidos se ganan o se pierden, ya en el vestuario, antes de salir a la cancha, basta con mirar a los jugadores a los ojos. Hay que tener esperanza, confiar que la tormenta pasará, que lucirá el sol. Como nos muestra reiteradamente la historia, la verdad acaba imponiendo su ley, aunque nos crispe lo tarde que cursa su visita. Pulso moral, la mentira tiene los días contados. Mucho ánimo y fuerza, que cada uno haga lo que le toque; ni más ni menos.