CUENTO DE NAVIDAD PARA EXPERTOS EN MANAGEMENT
De un artículo de Carlos Herreros de las Cuevas, Coach Ejecutivo. Formador de Coaches Master of Science in Management London Business School. Master of Science in Management, London Business School.
Quienes pretendemos enseñar liderazgo nos encontramos en un apuro pedagógico: tenemos que encontrar qué tareas de aprendizaje captarán la atención de otros adultos que necesariamente no son menos líderes que nosotros, y qué contenidos elegir.
Sé que lo que no quiero hacer es enseñar liderazgo en ‘tercera persona’ utilizando meras descripciones y explicaciones con powerpoint. Quiero crear un espacio en el que los alumnos puedan vivir el liderazgo en primera persona en lugar de estudiarlo como un concepto teórico. Cuando diseño un programa de liderazgo, en lugar de enseñar o de sermonear, preferiría evocar, citar, recordar, reconocer, cuestionar, reconocer y afirmar. Dejo de preguntarme ¿cómo voy a enseñar? y me pregunto ¿qué ocurriría si el liderazgo ya estuviera en el aula y mi trabajo consistiera en proporcionar el espacio y la libertad para que se manifieste?.
Sé que los líderes deben hacer preguntas difíciles, hacer que las personas se salgan de su zona de confort y gestionar el malestar resultante. Dice Heifetz que exponen a sus seguidores “a la dolorosa realidad de su condición y piden que busquen una respuesta”. El experimento empezó pero no fui capaz de leer las señales: no había recordado que ‘experimento’ y ‘peligro’ tienen la misma raíz latina; el peligro está en el acto de valor de probar esta pedagogía en una clase real. Un procedimiento arriesgado de enseñar liderazgo. Estaba siendo un desastre. Al finalizar el primer día la directora del programa quería verme. Empezó preguntándome: “¿cómo ha ido la jornada, qué está pasando con esas evaluaciones?; tienes que hacer algo en la siguiente clase, no podemos permitirnos que mañana tengamos el mismo problema”.
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