“Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.”
[et_pb_section][et_pb_row][et_pb_column type=”4_4″][et_pb_image admin_label=”Imagen” src=”http://gref.org/blog/wp-content/uploads/2015/10/finsi.jpg” show_in_lightbox=”off” url_new_window=”off” animation=”left” sticky=”off” align=”left” force_fullwidth=”off” always_center_on_mobile=”on” use_border_color=”off” border_color=”#ffffff” border_style=”solid” /][et_pb_text admin_label=”Texto” background_layout=”light” text_orientation=”left” use_border_color=”off” border_color=”#ffffff” border_style=”solid”]
(Antonio Machado), por Patricia Lanza, del Blog FINSI.
Nos enfrentamos a una travesía sin mapas ni indicios de si estamos yendo en la dirección correcta. Pero entre tanta incertidumbre podemos encontrar algunos indicios de que quizás el camino que estamos andando o la forma en la que lo estamos recorriendo no sean los adecuados. Veamos algunos de ellos:
¿No sabes adónde vas? Dicen que el que no sabe dónde va puede llegar adonde no quiere. No tiene sentido comenzar a andar cuando no sabemos ni dónde queremos ir. Así que lo mínimo antes de comenzar la travesía es marcarnos alguna meta.
¿Eres tú quien marca el camino o alguien te dice por dónde ir? Tu camino sólo lo puedes construir tú. Quizás alguien te pueda acompañar en un largo tramo, pero al final, sólo tú das tus pasos. Está bien pedir consejo, pero las decisiones las debes tomar tú. Los objetivos debes platearlos tú. Las metas tienen que ser las tuyas.
¿Llevas a alguien a cuestas? No está mal echar una mano a quien te necesite. Pero una cosa es esa y otra muy distinta que sólo vivas por y para otros. Eso, al final tendrá serias consecuencias en tu salud física y mental.
Como se suele decir, “la caridad empieza por uno mismo”. (Continuará)
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]