IMPORTANTE … Y URGENTE
Por Santiago Álvarez de Mon. Ex. 5-11-21.
En la clásica distinción entre cuestiones importantes y/o urgentes, ¿hacia qué lado suele inclinarse nuestra agenda? La solidaridad con las clases sociales más golpeadas por el calentamiento del planeta, la empatía hacia nuestros mayores y su calidad de vida, hacia los jóvenes que tendrán que financiar el sistema de protección social, exige aterrizar más los temas, concretar y discriminar información relevante, manejar estadísticas fiables, completar la base empírica de datos, realizar un diagnóstico preciso y completo, y actuar, entonces, en consecuencia. La excelencia se esconde en los detalles, y la mediocridad se pasea entre generalidades y lugares comunes. Se oye más a los políticos que a los científicos, a los amateurs que a los profesionales. Hay que elevarse por encima de intereses de partido, de motivaciones personales, hay que trascender maniqueísmos estériles, lo público vs lo privado, poniendo el bien común en el centro del debate. Hay que elevarse por encima de intereses de partido, de motivaciones personales, hay que trascender maniqueísmos estériles, lo público vs lo privado, poniendo el bien común en el centro del debate. ¿Y si asuntos tan generales y emblemáticos me interpelan y retratan? ¿Cómo me comporto en la cocina de mi casa? ¿Reciclo adecuadamente? ¿Qué coche conduzco? ¿Consumo energía, agua, de modo sobrio, o despilfarro irresponsablemente? ¿Qué nota me pondrían los que me conocen en civismo y urbanidad? ¿Predico con el ejemplo, o mis conductas me ponen en evidencia? ¿Exijo a los demás lo que no aporto yo? Manos a la obra. Lo que era importante se ha convertido desgraciadamente en urgente. Más vale tarde que nunca.