LOS HIJOS
Por Santiago Álvarez de Mon. Ex.21-2-2020.
Vuestros hijos no son hijos vuestros. Son los hijos y las hijas de la vida, deseosa de sí misma. Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros. Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen. Podéis darle vuestro amor, pero no vuestros pensamientos. Porque ellos tienen sus propios pensamientos. Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas. Porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños. Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis hacerlos como vosotros. Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer. Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante. El Arquero ve el blanco en la senda del infinito y os doblega con su poder para que su flecha vaya veloz y lejana. Dejad alegremente que la mano del Arquero os doblegue. Porque, así como Él ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable”.
Precioso poema del poeta libanés Khali Gibran. Mensaje delicado, profundo, desafiante, invita a pensar con sosiego y humildad a aquellas personas que tenemos la fortuna de ser padres o madres. Acontecimiento decisivo, un antes y un después indiscutible en nuestras vidas, una experiencia transformadora, radical, un binomio sostenido por el deber y el placer, la responsabilidad y la libertad, escuela permanente en el arte de educar, servir, amar; al final descubrimos que son ellos los que nos enseñan a nosotros. Infancia –la etapa más fácil, cercana, tierna, donde la felicidad está más a mano, el cansancio solo es físico–, adolescencia –tiempo de efervescencias, trampas, peligros, oportunidades, adicciones, descubrimientos, conflictos, amistades, encuentros…–, madurez –época de recogida, serenidad, plenitud, preocupación, compromiso, nostalgia…–, en ninguna de ellas faltan los sustos, las crisis y las alegrías. Nadie tiene tanto poder como un hijo/a para hacerte disfrutar, soñar, reír, para extraer lo mejor de ti, desembarazarse de la pereza y el egoísmo y darte generosamente, sin cobrar intereses; los padres no somos financieros. Nadie tiene tanto poder para desequilibrar tu paso, sacarte de quicio, desmontar tus estúpidos planes, hacerte sufrir, llorar, aflorar preguntas que no encuentran respuesta fácil, estirar el tiempo hacia atrás y hacia delante, arrinconando el presente, el único real. Nadie como él/ella conoce ángulos ciegos de nuestra personalidad que la sociedad ignora. Recomendamos vivamente la lectura íntegra del artículo en enlace: