LUCES Y SOMBRAS PARA LA BANCA EN 2016
Editorial de Cinco Días 6-2.
La principal característica de los datos anunciados es la prudencia –al margen de un par de excepciones– plasmada en una auténtica oleada de dotaciones, tanto obligadas como claramente voluntarias. Pero no solo. El negocio bancario, como tantos y tantos otros, está sufriendo una radical transformación derivada de la eclosión de las nuevas tecnologías. Los hábitos, las necesidades, las herramientas y las exigencias que esgrimen los clientes han virado rudamente y la banca está ante la necesidad imperiosa de corregir el rumbo. Todo parece indicar que el número de oficinas continuará reduciéndose, así como el tamaño de las plantillas de las entidades financieras. En efecto, los mensajes sobre la necesidad de emprender un nuevo proceso de concentración se han multiplicado en los últimos meses. Muy significativamente por parte del Banco de España, tanto en palabras del gobernador como del subgobernador. Con insistencia.
Analistas, expertos y directivos tienen sobre la mesa las más variadas y variopintas quinielas. Prácticamente todas giran en torno al futuro de las entidades de tamaño mediano, además de Bankia y el siempre anhelado Banco Popular. No obstante, la opinión generalizada en el mercado es que el proceso de concentración aún no está maduro. La economía española cerró el año pasado con un ritmo de crecimiento claramente superior al 3% y con unos evidentes síntomas de reanimación del crédito nuevo, pero ya hay voces que alertan de que la incertidumbre política puede estar empezando a transmitirse al día a día de los negocios. Bruselas ha sido contundente al respecto e indicadores como el índice de confianza también reflejan esa tesis.