EL MÓVIL, Y SUS DIVERSOS ADICTOS, por Santiago Álvarez de Mon
Ex. 26-1.
Un iPhone chulo puede ser la mayor distracción para nuestros hijos, y la mejor forma de asegurarnos que no nos dan la lata. Hipnotizados y embrujados por atractivos artilugios tecnológicos, garantizan horas de paz y silencio en casa. Afortunadamente empieza a aflorar un estado de opinión sobre los riesgos que por exceso de uso la tecnología provoca en los hábitos de estudio, aprendizaje y diversión de nuestros hijos. Echo de menos que no se hable del efecto de los nuevos dispositivos en los adultos. En nuestra vida social, familiar, ¿cuántas tertulias se ven torpedeadas por la actividad incesante de los móviles? En el ámbito laboral, ¿cuántos profesionales son capaces de tener un mano a mano constructivo y honesto sin interrupciones digitales? ¿Cuántos hombres y mujeres pueden estar sin chequear sus móviles, pensando en silencio, paseando en soledad, charlando de un modo que capten el estado de ánimo de su interlocutor, leyendo su lenguaje corporal, sin que les dé un sincope? Dispersos y superficiales, preferimos movernos en la epidermis de los desafíos presentados, sin profundizar lo suficiente en el diagnóstico de nuestros males y soluciones.