ELOGIAR, RECONOCER, FELICITAR
Escrito por Arturo Merayo en la Newsletter de Executive Excellence. 22-7.
Reconocer el trabajo de los demás, felicitar por sus esfuerzos, alabar públicamente las cosas meritorias de la gente es bueno para todos. Solo los mezquinos, los débiles y los perezosos piensan que el elogio que otro recibe les puede hacer sombra a ellos. Y es que el reconocimiento de los demás está fundamentado en la humildad y la justicia: como decía Emerson, “todo hombre que conozco es superior a mí en algún sentido y en ese sentido, aprendo de él”. Pero, ojo, estamos hablando de reconocimiento objetivo, no de adulaciones. La diferencia entre el aprecio y la adulación es muy sencilla: uno es sincero y la otra no; uno procede del corazón y la otra sale de la boca; el aprecio es altruista mientras que la adulación es egoísta; uno despierta la admiración universal y la otra es universalmente condenada. A la larga, la adulación siempre hace más mal que bien.