PERSONAS FALLIDAS
DE UN ARTÍCULO DE SANTIAGO ÁLVAREZ DE MON en Expansión. 21-10.
Perfil somero de personas que han perdido el rumbo:
- En su análisis de la realidad, simplifican hasta llegar al absurdo. Nunca se quitan un férreo corsé ideológico.
- Demonización del contrario. Maniqueos recalcitrantes, el otro no es alguien con el que construir puentes de entendimiento y convivencia; es el enemigo a batir, a exterminar.
- Gestión oportunista –tontos no son– de las emociones más bajas del ser humano, sin apelar a su rostro más noble y edificante.
- En la conversación pública- con la complicidad de las capas más efervescentes y viscerales de las redes sociales- se presentan dogmáticos, en posesión de la verdad, chuletas. Son los típicos bocazas de la adolescencia que nunca llegan a mayores.
- Valores filosóficos de escaso o nulo impacto. Amorales, sin sólidos fundamentos éticos, siguen a pies juntillas la broma de Groucho Marx. “Estos son mis principios, y si no le gustan, los cambio”.
- Mentirosos compulsivos.
- En su carta de presentación, eclipse total de la razón, de la inteligencia, de la duda, de la pregunta, de la empatía.
- Agresivos y coléricos en el uso de la palabra, llegan a ser permisivos y tolerantes con la violencia como instrumento válido de transformación social.
- Su secreto mejor guardado. Inseguros y acomplejados en lo más hondo de su alma.
- Carentes de la humildad y honestidad para ser realistas, de la paciencia y lucidez para vivir en el presente, en su relato venden una utopía futura que, casualidades de la vida, degenera en frustración, miseria y represión. Tal vez el más paradigmático, evidente, triste, sorprendente, sea Donald Trump.