ACTUALIDAD ECONÓMICA
UNA CRISIS NO CONVENCIONAL por PABLO HERNÁNDEZ DE COS, Gobernador del Banco de España.
Expansión 34 Aniversario. 27-5-2020.
La crisis económica desatada por el Covid-19 presenta unas características muy particulares que es necesario conocer para diseñar la respuesta más eficaz. En primer lugar, la magnitud de la perturbación económica generada es elevadísima. Sin precedentes en tiempos de paz. En segundo lugar, se trata de una crisis causada por un factor que, en principio, tiene una naturaleza previsiblemente temporal y es ajeno al propio funcionamiento de la economía. Finalmente, se trata de una crisis global que va a infligir un golpe muy duro a la economía mundial. La severidad, la temporalidad y la globalidad de la perturbación demandan que, en una primera fase, las acciones de política económica sean contundentes, acotadas en el tiempo y coordinadas a escala internacional. Con este objetivo, la política fiscal debe ser la primera línea de defensa. Por su parte, la política monetaria debe operar también de manera enérgica. Además, la globalidad de la crisis hace que la acción conjunta, en particular de los países integrados en el euro, sea la respuesta más eficaz para garantizar que los efectos económicos de la pandemia sean superados en un plazo menor de tiempo y a un coste más reducido para todos y cada uno de los países. Los elementos necesarios de la respuesta europea coinciden, en gran medida, con los que se requieren para que la zona del euro se aproxime a un área monetaria óptima: la creación de un mecanismo de estabilización potente que, en el contexto de la actual crisis, facilite sufragar el gasto público que ha surgido como consecuencia de la pandemia, así como cubrir las necesidades durante la recuperación, financiado con un activo seguro común; la finalización de la unión bancaria con el diseño de un fondo de garantía de depósitos europeo, y el desarrollo de una unión del mercado de capitales. Ahora bien, esta terapia de choque no está exenta de efectos secundarios adversos, que serán especialmente visibles en el fuerte aumento del endeudamiento público. Esto es particularmente necesario en países, como España, en los que las finanzas públicas se enfrentan a esta crisis con un déficit público estructural y una deuda pública elevados. En definitiva, una vez que se disipen los efectos de la pandemia deberá comenzar una segunda fase en la respuesta de la política económica que debería apoyarse tanto en un programa de consolidación presupuestaria de medio plazo como en un programa de reformas estructurales que eleven la capacidad de crecimiento económico.