CUALIDADES DEL DIRECTIVO EN LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Por Isidro Fainé, Presidente de CEDE y de la Fundación La Caixa, en Executive Excellence nº153. Algunas reflexiones sobre las cualidades y comportamientos que, en mi opinión, debería tener el directivo ante esta avalancha de transformaciones. Empezaré refiriéndome al optimismo, que debe estar sustentado de manera realista en nuestras capacidades, en las de nuestro equipo, y en una permanente disposición hacia la cultura del esfuerzo. Esto es lo que lleva a afrontar el cambio como una gran oportunidad, y no sólo como una amenaza. El futuro pertenece a aquellos que saben aprovechar las oportunidades antes que los demás.En la era digital que nos aguarda, el factor humano será más que nunca, el elemento diferenciador.Hay aspectos que la Inteligencia Artificial nunca podrá replicar. Por mucha capacidad que lleguen a tener los ordenadores, seguirá siendo imprescindible: priorizar, contextualizar, empatizar y salvar con inteligencia emocional las situaciones complicadas que nos presenta el día a día. La responsabilidad del buen directivo será la de sumar inteligencias humanas y artificiales.Para avanzar con paso firme en el camino hacia el futuro tecnológico, el directivo no puede olvidar lo que yo denomino la “maleta de los valores”.Debemos conservar valores tradicionales básicos, como son: la cultura del esfuerzo; la convicción del trabajo en equipo; el compromiso; la fiabilidad de la palabra; la lealtad; la solidaridad y la ética, que nos ayudarán a afrontar con inteligencia esta Cuarta Revolución Industrial. El liderazgo es una mezcla de ciencia y arte, que puede desempeñarse con estilos muy diversos, en función de las circunstancias en que se encuentra la empresa en cada momento. Pero alcanzar la excelencia en el liderazgo no depende tanto de los rasgos innatos del directivo, como de las cualidades que este cultiva a lo largo del tiempo.
En una primera aproximación, esta Cuarta Revolución Industrial podrá suponer una creciente automatización que conlleve aumentos de la productividad y descenso de costes, así como otros desarrollos complementarios. Pero estas realidades se integran, además, en un cambio generalizado en favor de la digitalización de todo tipo de actividades, lo que facilitará y estimulará nuevas relaciones sociales, nuevas ofertas de ocio y nuevas maneras de gestionar. Por ello, todo esto exigirá también la mejor definición y regulación de los nuevos derechos digitales de ciudadanos, empresas e instituciones que permitan una convivencia inclusiva, equitativa y respetuosa con la dignidad de cada persona.