EXIGENCIA Y CARIÑO, UN MAESTRO INOLVIDABLE
Por Santiago Álvarez de Mon. Ex.17-5.
Me van a disculpar que me sirva de esta columna para rendir un homenaje sincero y merecido a un colega entrañable de claustro, el profesor José Antonio Segarra, fallecido hace pocos días. (…) En José Antonio el profesor se daban dos cualidades imprescindibles. Por un lado, un nivel de exigencia y trabajo que hacía que los alumnos supieran desde el principio que aquello iba en serio. Mejor no asistir a clase si no habías hecho los deberes. Con su estilo noble y directo, físicamente agotador, interpelaba a los alumnos sacándoles de su zona de confort. Vistas su entrega y dedicación, te hacía sentir culpable si no habías estudiado a fondo. Celebraba la disparidad de opiniones, fomentaba el debate civilizado, pero cualquier intervención debía estar asentada en el estudio, en el dominio de los números, en la lectura atenta de los hechos. El cariño, el afecto, que sentía por sus alumnos, era la otra cara de la misma moneda vital. Animal docente, ser profesor, empujar a los alumnos a dar lo mejor de sí mismos, hincar los codos, formular preguntas, escuchar con humildad, tomar decisiones, actuar en consecuencia, aprender de los errores… no era una profesión, era la respuesta incondicional a una vocación personal, genuina, a una llamada que no podía quedar desatendida. Sugerimos la lectura íntegra del artículo en el enlace: