LA SABIDURÍA DEL VÉRTIGO
Expansión. 25-5.
De un artículo de Santiago Álvarez de Mon.
La autoestima es un concepto decisivo para comprender nuestra actitud y respuesta ante los acontecimientos y desafíos que suceden a lo largo de nuestra biografía. Tener seguridad en uno mismo se antoja la mejor base personal de operaciones para hacer un correcto diagnóstico de los dilemas vitales que se nos presentan, creer en nuestra capacidad para resolverlos, asumir las responsabilidades que se deriven de las decisiones tomadas, aprender de los posibles errores y proseguir nuestro camino. Brújula interior que rezuma serenidad, optimismo y fe en nuestros recursos personales, es imprescindible para navegar por la incertidumbre consustancial al devenir humano.
Aceptada esta ley universal de la psicología de las relaciones humanas, intento desentrañar la compleja urdimbre personal de nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos. Para ello me sirvo de una entrevista concedida a The New York Times por Steven Spielberg en Cannes, con motivo del famoso festival de cine.
Preguntado por su último film, The BFG reconoce que “el miedo es mi gasolina”. “Llego al punto o lugar donde no sé qué hacer y entonces es cuando tengo las mejores ideas. La confianza es mi peor enemigo, siempre lo ha sido”.
Aparente contradicción, es una confesión que parece contra intuitiva. Me imagino que es cuestión de grados, de equilibrio. Si no se conoce el miedo, si nos es totalmente ajeno, probablemente estamos ante una persona temeraria, imprudente, insensata. En dosis moderadas habla de inteligencia, realismo, prudencia, humildad. Cuando se dispara y somos capaces de atravesar sus misteriosos dominios, estamos en el terreno del arrojo, del coraje. El valor no es la ausencia de miedo, sino la audaz e inteligente gestión del mismo. Los que no dejan las aguas tranquilas del puerto no llegan muy lejos, su travesía es anodina, poco inspiradora. La luz surge caminando en la oscuridad. Los mejores profesionales aúnan esta bipolaridad de Spielberg. Preguntas, dudas, inseguridad, miedos, temores… Son la cara desconocida de nuestros mejores registros. Solo se requiere familiarizarse con ellos, mirarlos de frente, y superarlos con denuedo, paciencia, sencillez y tesón. En la otra orilla espera una visión distinta del éxito.