QUÉDATE EN TU EMPRESA PARA GANAR MÁS Y HACER CARRERA
Un artículo de Tino Fernández en E&E 4-2.
Los expertos están de acuerdo en que siempre es buen momento para cambiar de trabajo si hay razones para hacerlo. Pero también es posible que el cambio no esté fuera. Quizá la solución esté en dar otra oportunidad a tu empresa y a tu trabajo. El premio ha de ser brillar más, aportar nuevo valor, ser más influyente, estar mucho mejor considerado, ganar más e impulsar la propia carrera.
1.- Tocar fondo… para salir disparado. En ocasiones, tocar fondo en el trabajo que aborreces puede llevar a una reflexión profesional muy productiva que te impulse a barajar opciones diferentes incluso dentro de tu compañía.
2.- Conviértete en un profesional más valioso. La clave está en buscar nuestra propia empleabilidad, y en ese sentido las exigencias del mercado de trabajo hacen necesario que nos vendamos (en este caso ante nuestra organización) como si fuéramos una empresa o un producto. Conviene probar que somos cada vez más eficientes y eficaces (generas más resultados).
3.- Puedes ser un emprendedor interno. Comprueba que tu empresa está abierta a los cambios. No serás intraemprendedor si tu organización no está dispuesta a aprovechar el talento interno para que se puedan poner en marcha ideas de negocio sin abandonar la compañía.
4.- Cuidado ahí afuera… no es oro todo lo que reluce. Recuerda que tu empresa tiene una reputación y una marca. Engorda y mejora tu currículo, y ese puede ser un argumento por el que te pueda merecer la pena cambiar, pero dentro de tu empresa.
5.- Saber qué tipo de profesional eres. Es conveniente saber lo que estarás haciendo dentro de cinco años, porque esta ventaja que te permite desarrollar nuevos conocimientos y competencias.
6.- De profesional invisible a influyente.
7.- Hacer marketing de uno mismo. Debes saber hacer visibles tus logros, porque esto genera sensación de confianza.
8.- Qué te motiva realmente para quedarte. Recuerda que hay motivaciones extrínsecas e intrínsecas. Las primeras son externas: hago algo y me pagan por ello. No motivan, pero si carecemos de ellas nos quedamos frustrados. Las verdaderas motivaciones son intrínsecas. Se trata de recompensas que nos damos a nosotros mismos, del tipo “siento que estoy aprendiendo”, “soy útil en la organización, y que me siento reconocido”…