POPULISMO, DEMOCRACIA Y LIBERTAD DE PRENSA
De un artículo de Santiago Álvarez de Mon en Ex. 10-3.
El autor, que se encuentra en EEUU, se refiere a las tensas relaciones del Presidente Trump con la prensa. Y saltando a España lee con preocupación el incidente de Podemos con los periodistas españoles protegidos por la Asociación de la prensa. Del primero, su conducta es impropia de quien se debe esperar más equilibrio y ecuanimidad, y del segundo la razón es más profunda acorde con las raíces ideológicas de sus líderes. En el avión –nos dice– venía leyendo a Enrique Krauze en su libro ‘Personas e ideas’, donde reproduce una conversación sostenida con Leszek Kolakowski, polaco, filósofo e historiador, que se había formado en un marxismo heterodoxo. En su juventud, tras una visita a la URSS y la rebelión de 1956 en Budapest, se apartó del sistema comunista. Exilio obligado, trabajó en las universidades de Chicago y Oxford. Palabras de alguien que habla con conocimiento de causa, de alguien que ha estado allí: “La utopía se vuelve peligrosa cuando empezamos a querer institucionalizar la fraternidad humana o cuando, como les ocurre a todos los marxistas, confiamos en arribar a la unidad perfecta y la felicidad a través de la violencia y los decretos burocráticos”. Cualquier historiador o escritor intelectualmente honesto, moralmente íntegro, sabe que el paraíso comunista derivó en un totalitarismo siniestro, donde el misterio de la persona era sacrificado en aras del colectivo, y donde la libertad individual era sistemáticamente reprimida. Siendo éstos los hechos irrefutables, sorprende la soberbia y complejo de superioridad de sus trasnochados ideólogos. Para los más ingenuos, cínicos o despistados advierte Kolakowski: “El poder comunista busca monopolizar todas las facetas de la vida humana. Es una concentración de poder secular y espiritual sin precedente histórico, que abarca todas las áreas vitales: economía, medios de comunicación, relaciones políticas, ideología”. En ese afán tentacular de controlar las principales arterias de un organismo social vivo y cambiante, no pueden faltar los medios de comunicación. La educación, las aulas, la posibilidad de adoctrinar a los más jóvenes en la “verdad”, es objeto prioritario de atención. Cruel paradoja. Quien debe a los medio privados su plataforma de lanzamiento, aspira a domarlos. Tiempo ruidoso y veloz –concluye Santiago– donde el insulto, la opinión manipulada y los dogmas priman sobre el diálogo, la información y las preguntas.