CAMBIO DE PARADIGMA
De un artículo de Santiago Álvarez de Mon en Ex.29-9.
En una crónica de Ralph Atkins en Financial Times, de la que se hace eco EXPANSIÓN en su número de este martes, el consejero delegado de Swiss Life, Patrick Frost, de 49 años de edad, cuenta cómo, a principios de año, llamó a su jefe, Rolf Dörig, presidente de la aseguradora suiza, para informarle de que tenía cáncer. “La conversación fue muy emotiva”, recuerda Frost, abriendo una nueva vertiente en la relación entre ambos. Saberse vulnerable es un rasgo inequívoco de fortaleza. El que sabe, pregunta, duda, escucha, calla, yerra, aprende. Hay que ser fuerte, intelectual y moralmente, para reconocerse frágil y limitado. La vulnerabilidad es intrínseca a las labores de dirección, solo los tontos se creen autosuficientes. De la necesidad, virtud. Frost transforma una crisis, un susto, en una mejora sustancial en su estilo de dirección. “Quería mostrar su confianza en que sus compañeros podrían arreglárselas sin él”. La delegación, asignatura pendiente de tantos directivos/as perfeccionistas, controladores, exigentes, impacientes, goza de una oportunidad única por una causa de fuerza mayor. Mientras él se recupera en compañía de su familia, manteniéndose solamente en contacto a través de mails y llamadas ocasionales, observa gratamente sorprendido que el barco no se va a pique. A finales de agosto Frost se reincorporó a la oficina. Siendo el mismo de hace meses, algunas variantes, desde el punto de vista de su agenda, ha introducido. La primera, que pasa menos tiempo en la oficina. El presentismo, la reunitis, son males endémicos de muchas organizaciones españolas que evalúan la lealtad de sus empleados por las horas que pasan calentando la silla. Lo relevante es la calidad del trabajo, y si es alta, la cantidad de horas fluirá natural en función de la complejidad de la tarea, cliente y el servicio, entre otras. ¿Tenemos que esperar al final de nuestra trayectoria profesional, necesitamos del susto de un infarto, cáncer o accidente para reconocer nuestra vulnerabilidad, nuestra necesidad de delegar para que todos crezcan, para hacer un uso más inteligente del tiempo, para profundizar en nuestro lado afectivo, espiritual? Ojalá aprendamos tanto como Frost sin necesidad de pasar por prueba tan dura.