COMUNICAR, TAN FÁCIL…Y TAN DIFÍCIL
por Santiago Álvarez de Mon. Ex.16-6-23.
Ingredientes básicos de un encuentro inolvidable. A propósito de la intervención de Leopoldo López, exilado en Madrid, víctima de la dictadura de Maduro en su intervención en el IESE: Primero, una historia que contar, real, genuina, personal, nada de ciencia ficción o marketing barato, superficial. Segundo: dominio del lenguaje, facilidad de palabra, esta fluye natural, espontánea, sin necesidad de papeles que a menudo arrinconan y maniatan nuestra mejor versión. Tercero, consecuencia del punto anterior, capacidad de síntesis. Escribir, hablar, es restar, en lugar de enrollarse para suplicio del público asistente. “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, reza la sabiduría de Baltasar Gracián. Antón Chekhov, escritor ruso, insiste en la misma idea, “La brevedad es hermana del talento”. Claridad expositiva, si lo puedo decir en dos frases, ¿por qué repetirme machaconamente? Fidel Castro dejó por desgracia muchos discípulos cansinos y eternos. Cuatro, la dimensión ética del conferenciante. Este expone de manera sencilla y convincente la nobleza de la causa que se persigue, en este caso el valor de la libertad, de la dignidad de cada hombre o mujer. Cuando lo que se dice tiene sentido, cuando el propósito que inspira la exposición es moralmente irreprochable, el encuentro cobra una altura diferencial. La sinceridad, ser auténtico, hablar desde el corazón ayuda a poner palabras a nuestra expresiva fortaleza interior. Cinco, un lenguaje corporal que arropa y da credibilidad al discurso pronunciado. Una mirada limpia, curiosa, concentrada, un timbre de voz firme, sereno, sin excentricidades, una posición relajada, acompañan y dotan al ponente de una credibilidad distintiva.