DOS VELOCIDADES
Del artículo de Santiago Álvarez de Mon en Expansión 1-12.
La diligencia hace con rapidez lo que la inteligencia ha pensado con calma… Mucho consiguió quien no dejó nada para mañana. Correr despacio es el augusto lema”. Reflexiones rebosantes de sentido común de Baltasar Gracián, uno de nuestros clásicos del Siglo de Oro de nuestras Letras, en El arte de la prudencia, publicado en 1647. ¡Qué bien le vendría a muchas empresas empaparse de la sabiduría de este elocuente jesuita! Podemos pasearnos por distintos sectores y en todos ellos encontraremos aires de cambio e incertidumbre. El sector financiero con una red de oficinas indigerible para la economía digital, entre otros, tienen que prestar servicio a un cliente informado y crítico, cuya conducta es más errática que nunca. Cualquier intento por protagonizar el futuro pasa por mantener los ojos bien abiertos y anticipar vientos huracanados de cambio. Dormirse en los laureles no es una opción. No obstante lo anterior, se requiere calma e inteligencia para hacer un buen diagnóstico y actuar en consecuencia. “Cualquier viento es malo para el que no sabe a dónde va”, advertía el estoico de Séneca. Gracián dixit: “El prudente hace a tiempo lo que el necio a destiempo. Los dos hacen lo mismo”. Intensidad y serenidad, las dos caras de un buen directivo.