EL POLÍTICO Y EL PODER: ANTES Y DESPUÉS
De un artículo de Santiago Álvarez de Mon en Expansión 21.10.
Ante dos citas contrapuestas, una de Maquiavelo (“cambiar según soplan los vientos”), y otra de Vaclav Havel (la política es el arte de mejorar el mundo y a nosotros mismos”), releo a ambos – dice el autor – pensando en la precampaña electoral. En función de la relación temporal que se tenga con el poder –antes, durante o después– se puede esperar de los políticos diferentes actitudes y comportamientos. En la oposición abunda la agresividad verbal hacia quien detenta el poder. Eximida de las responsabilidades de gobierno, es fácil hacer promesas, dibujar un panorama escatológico de la sociedad, adular al pueblo, convertirse en su abogado frente a la insensibilidad e impopularidad del gobernante. En el ejercicio del poder te tienes que enfrentar a la realidad más cruda, a los hechos, a los datos más fríos. Por obligación instalado en el realismo, el político se ve impelido a alejarse del angelismo y la utopía, sus anteriores armas argumentales. Sin abdicar de otros valores y cualidades del gobernante, es el tiempo de la prudencia, el arte del elegir unos medios de actuación con vistas a conseguir un fin superior. El único modo de estar a la altura de las circunstancias es ser uno mismo, auténtico, sin dejar que las voces del exterior ahoguen la propia, personal e intransferible. Como expresa R.W. Emerson en su ensayo Self-Reliance: “Nada puede darle la paz sino usted mismo. Nada puede darle la paz sino el triunfo de los principios”. Si le hicieran caso soy capaz hasta de seguir la campaña electoral.