ERROR, DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO
Por Santiago Álvarez de Mon. Ex.23-11.
Prueba y error es una frase que resume muy bien los modos de avanzar del ser humano, los pasos dados por la ciencia para mejorar nuestras condiciones de vida. Hoy quiero detenerme en el segundo vocablo. Aprenden más rápido los que más fallan, llevados por su arrojo, inexperiencia, ilusión, desparpajo, curiosidad, compromiso, autoestima.En cualquier faceta o disciplina de la vida –deporte, investigación, artes, política…–, el error ocupa un lugar inevitable. La cuestión a dilucidar no versa sobre su existencia, sino sobre su digestión y posterior resaca. Cuando cometemos un error tendemos a mirar a otro lado, a buscar un chivo expiatorio, a diluir nuestra responsabilidad en el cómodo plural. Error y primera persona del singular no se conjugan juntos con frecuencia. Reconocer fallos de envergadura exige un esfuerzo de lucidez, sinceridad, humildad, honestidad, que no abunda en los salones del management. Por este motivo, me sorprendió gratamente que, en el último Congreso Nacional del Instituto de la Empresa Familiar, celebrado en Valencia a finales de octubre, el presidente de Mercadona, Juan Roig, dedicó una parte sustancial de su intervención al reconocimiento de algunos errores de bulto.Siguiendo el ejemplo de Roig, ¿cuáles son los errores más importantes de su empresa en los últimos años? ¿Se habla de ellos? ¿Diagnóstico realizado? ¿Plan de corrección? Viendo su carrera profesional, ¿puede señalar sus equivocaciones más graves, algunas de sus peores decisiones? ¿Lección aprendida? Si las últimas preguntas no encuentran respuesta, dele otra vuelta o comparta el examen con sus colaboradores más independientes y libres.