GESTIÓN: LO QUE NO TE PUEDES PERMITIR POR JOSÉ MANUEL CASADO
ORH Nº 175 | Febrero 2022.
Durante décadas, las personas han sido un mero capital, el capital humano. Taylor y Ford dieron forma a un modelo de producción en cadena que funcionó a pesar de anular las capacidades no mecánicas de los trabajadores. En definitiva, ambos hicieron un poco lo mismo: intentar limitar la creatividad y la innovación de lo más imprevisible que existe: la mano del hombre. Ambos perseguían la racionalización y lo consiguieron a base de crear sistemas racionales, pero no razonables, para humanos, pero deshumanizados. Ambos sembraron mucha irracionalidad. Construyeron lugares en los que la personalidad se limita, las emociones se controlan y el espíritu se somete. No negaremos el efecto positivo que esta filosofía de la organización del trabajo ha tenido sobre la mejora de la productividad, sobre todo en entornos industriales, pero tampoco deberíamos olvidar el carácter deshumanizante y alienante de esta concepción vigente ya en pocas empresas, pero de rabiosas actualidad hasta hace apenas un par de décadas. En los primeros años del siglo XXI, las organizaciones hemos llegado a aceptar que son las personas, y no los recursos tangibles, como activos financieros, bienes, instalaciones, etc. los diferenciadores clave de la empresa. Hoy, cuando los parámetros son totalmente distintos y cuando las personas y su talento se han convertido en la palanca diferencial de resultados, seguir gestionando a los individuos como autómatas y nos dejarles aportar su talento y creatividad es un lujo que las organizaciones que no deseen extinguirse ya no se pueden permitir.