JAQUE A LA JERARQUÍA
Por José Manuel Casado, Socio de 2C Consulting. Executive Excellence, EX2, Nº 184
Mi tesis, como la del sociólogo británico Anthony Giddens, es que las empresas postradicionales, las más innovadoras y digitales, se caracterizan por el papel cada vez menos importante que en ellas juega la tradición y la jerarquía como factores que determinan las actitudes y los comportamientos de las personas. Liberadas de los grilletes pesados de la tradición burocrática, el hombre descubre nuevas formas de actuar y trabajar, y necesita sentir libertad de elección a la hora de tomar decisiones vitales. Comparto con Ridderterstrále y Nordström que las organizaciones futuras serán heterárquicas, porque en un mundo interconectado y líquido, en el que un clic de ratón marca el espacio y el tiempo, y donde el poder de clicar está en la mano del trabajador de conocimiento, los sistemas jerárquicos o de posición, necesariamente, tienen que ceder terreno a los sistemas de proceso y de profesión o conocimiento. La verdad es que los nuevos trabajadores soportan de mala gana las organizaciones rígidas, burocráticas y jerárquicas; y no me extraña. Suelo decir que “las jerarquías –y con ellas las personas que ocupan estas posiciones de liderazgo– son como las estanterías: cuanto más altas están, para menos sirven”. Igual que en su día el hombre inventó la burocracia como forma de organización, ahora tenemos el reto de volver a inventar un nuevo tipo de empresa que sitúe a las personas en el centro. Quizá el modelo tenga que llamarse, como dicen Gary Hamel y Michele Zanini, “humanocracia”. En pleno siglo XXI, está claro que el enfoque vertical y piramidal de operar solo mediante el control y la razón está muerto, ya que disminuye el poder de influir positivamente sobre las personas. No creo que hoy ningún jefe en sus cabales considere haber tenido contacto con el bueno de Dionisio, ni poseer ningún aura sagrada que lo legitime por derecho divino para actuar sobre el resto de los mortales. www.eexcellence.es