MODELOS Y SEDUCTORES, ASÍ SON LOS LÍDERES MULTIPLICADORES: ATRAEN EL TALENTO, RETAN A LOS EQUIPOS Y GENERAN CONFIANZA
Por I. V. Ex.6-3-24.
Para imitar a estos modelos modernos de gestión empresarial, Zaragoza enumera cinco rasgos comunes en todos, con información de las investigaciones de Wiseman.1. Imán de talento. Los empleados quieren trabajar con él. El ejecutivo “entiende que es su responsabilidad desarrollar y hacer crecer el talento” de la plantilla, alega la directiva de BTS. “La gente se pega a él para trabajar, porque saben que, a su lado, se puede mejorar y crecer”.2. Retador. “Saca a las personas de su área de confort. No es paternalista ese que dice todo el tiempo lo bien que lo haces sino que potencia ese extra necesario para aumentar la contribución de cada uno”, detalla Zaragoza. 3. Creador de debate. Le gusta escuchar opiniones y puntos de vista diferentes a los suyos. 4. Inversor en tiempo. En la agenda del directivo, “es una prioridad alta trabajar con y junto a su equipo, ya sea directo o indirecto, para crear un clima de confianza en el que cada uno pueda dar lo mejor de sí mismo”. 5. Liberador. Sin miedo al error: “Muchas veces hay que equivocarse para aprender. El líder multiplicador deja que otros tomen las decisiones, aunque fallen, para tomar a la larga, mejores determinaciones. Empodera a las plantillas”, finaliza Zaragoza.http://quiosco.expansionpro.orbyt.es/epaper/viewer.aspx?publication=Expansi%c3%b3n&date=06_03_2024&tpuid=2344&dummy=Nacional#page/56 LIDERAZGO Y TALENTO por Santiago Álvarez de Mon. Ex.8-3-24. A la ‘T’ de talento, hay que sumar la ‘T’ de trabajo, tándem explosivo; éste sin aquel es insuficiente. Resumida brevemente la teoría de las inteligencias, quisiera subrayar su importancia para todas aquellas personas que ejercen tareas de liderazgo. “Dirigir es dar quehacer a la gente, es colocar a cada uno en su quicio”, expresa con elegancia Ortega y Gasset. Eso es lo que hacen los buenos directivos, mientras que los malos acaban desquiciando a unos y otros. El deporte presta ejemplos muy gráficos. Ni al peor entrenador de baloncesto se le ocurre poner un jugador bajito de pivot, para luego reclamarle rebotes y poder de intimidación. O a la inversa, situar al más alto y lento de base para que suba la pelota y sea la extensión del entrenador en la cancha. Jugador y entrenador no es lo mismo. Ayuda haberlo sido, pero no garantiza nada. En cierta medida es como vestirse.