ORGANIZACIONES ÁGILES PARA LA ERA DIGITAL
Por Lourdes Molinero en Capital Humano, marzo 2019.
Uno de los aspectos que requiere un cambio importante es el TIPO DE LIDERAZGO que deben emplear para conseguir que se implante una nueva manera de trabajar y de relacionarse en una organización ágil. Parte del nuevo rol del directivo consistirá en la gestión de los diferentes “egos” y en conseguir que los equipos de trabajo, además de ir aprendiendo, compartan esos aprendizajes, como parte de la esencia del modelo. Deberán abandonar el papel de jefe. Ahora el único jefe es el cliente que es quien va a marcar la actividad de la compañía. El nuevo papel del directivo es el del líder cercano que potencia la transparencia, fomenta las relaciones, la comunicación y la colaboración. Que tengan claro que su objetivo es favorecer la innovación. Que debe favorece el feedback, debe buscar que cada persona aporte el máximo de su potencial. Todo esto supone poner al empleado en el centro de la empresa. Las organizaciones ágiles crean una cultura de aprendizaje continuo, pues debe favorecer el intercambio de conocimientos y contenidos entre los empleados. Son organizaciones que entienden el “fracaso” como parte del aprendizaje, lo que favorece que las personas se sientan en un contexto en el que pueden arriesgar incluso fracasar, lo que ayuda a desarrollar la creatividad y que estén abiertos al cambio y a las necesidades del cliente. El reto está en saber recorrer bien el camino de transformación de la organización tradicional a una organización Agile.