PLANIFICAR… PARA VIVIR
Por Santiago Álvarez de Mon. Ex.3-9-21.
Después de dos meses de paréntesis, el Covid y una neumonía felizmente superada han precedido este año excepcional al tradicional descanso de agosto, afronto mi cita semanal con usted, estimado, paciente y generoso lector, albergando la esperanza de que sigamos charlando a través de estas líneas. Como profesor, el comienzo del curso académico me parece especialmente idóneo para parar, respirar hondo, pensar, formularse algunas preguntas, fijarse objetivos de mejora personal. Algunas cuestiones que pueden aflorar. ¿En qué capítulo de mi vida me encuentro? ¿Cuál es el argumento central del mismo? ¿Cómo marcha mi carrera profesional? ¿Cuáles son las motivaciones –dinero, expresión de un talento, aprender, estatus, poder, placer, servicio a los demás, contribución a la comunidad…– que la inspiran? ¿Cuál es el propósito de mi trabajo, de mis estudios? ¿Qué es lo que da sentido a mi vida? ¿El ansiado equilibrio familia-trabajo es una quimera inalcanzable? ¿Disfruto del ocio, o el desarrollo de mi profesión absorbe mis mejores energías? Si viajara mentalmente al final del río de mi vida, cuando ya se divisa a lo lejos el mar, ¿de qué me arrepentiría no haber conseguido, o al menos no haberlo intentado? Alternativa idealizada por la inacción, puede hipotecar seriamente la marcha. El camino es la meta, acostumbro a decir y recordar. El camino es mi historia personal, un pasado con el que hacer las paces para que no se convierta en una piedra en mi mochila. El camino es el horizonte que vislumbro, el futuro que intuyo, imagino, sueño. Desde esta perspectiva dinámica, no conozco mejor tiempo que el presente –este paisaje, esta compañía, este día, este septiembre…– para elevarnos y realizar un potencial inmenso. Anclados en el presente, en contacto con la realidad, en paz con nuestras circunstancias, se saca el jugo a la vida.
NOTA DE LA REDACCIÓN. Querido Santiago: En nombre de los compañeros y del mío, queremos manifestar nuestra alegría por tu restablecimiento y por tu regreso al periódico. Te echábamos de menos. Agradecemos tus reflexiones siempre enriquecedoras. Seguimos contando contigo y damos gracias a Dios por tu recuperación. Un fuerte abrazo. Paco Segrelles. Presidente.