PRIMERO CONCILIACIÓN PERSONAL.
De un artículo de Santiago Álvarez de Mon, Profesor del IESE
Ex. 16-12. Ex.10-12
Menuda polvareda se ha levantado a raíz de la propuesta de la ministra Fátima Báñez de finalizar la jornada laboral a las 6 de la tarde. Dos cuestiones preliminares. Primera, es un debate de honda raíz cultural, forma parte del conjunto de usos y costumbres de nuestro país. Segundo, un poco de sentido común. No es lo mismo hablar de la agenda de un profesional liberal con una determinada cartera de clientes, de un trabajador autónomo por cuenta propia o del dueño de una empresa familiar, por ejemplo, que reorganizar los tiempos de un operario por cuenta ajena en una cadena de montaje o de personas trabajando de cara al público (comercio y restauración, entre otras). Con estas cautelas en mente, me atrevería a esbozar algunas inquietudes:
1. Un profesional competente, preparado, maduro, honesto, debería ser evaluado, entre otras consideraciones, por su contribución al proyecto común, por el cumplimiento de los objetivos fijados, por los resultados de su trabajo.
2. Un acusado sentido de la responsabilidad. Un buen profesional sabe perfectamente cuándo debe estar en la oficina, cuándo puede cerrar el quiosco e irse a casa.
3. Vinculado a los criterios anteriores, la flexibilidad fluye natural como consecuencia de una carrera profesional sometida a los vaivenes, desafíos y sorpresas de una economía competitiva.
4. Valores y prioridades.
5. El tiempo, recurso crítico. En el trasfondo de la problemática suscitada subyace la difícil relación de la sociedad digital con el tiempo. Por h o por b se nos atragantan las horas del día, los minutos se evaporan transformándose en segundos desperdiciados. Sin querer, engullimos el presente, convirtiendo nuestra vida en un correcalles frenético, ruidoso e impaciente.