TALENTO-CARRERA, UNA COMPLICIDAD DISTINTIVA
Por Santiago Álvarez de Mon. Ex.31-3-23.
Qué talentos y fortalezas requiere nuestro actual puesto de trabajo? ¿Inteligencia analítica, cartesiana, dominio de los números? ¿Mente ordenada, precisa, disciplinada, calidad y rigor como máximas inspiradoras, ideal para dirigir las operaciones? ¿Visión espacial, futurista, de la jugada? ¿Capacidad estratégica para aterrizar en el tiempo y en el espacio el sueño que se tiene despierto? ¿Habilidades de negociación, dotes relacionales para hacer networking? ¿Espíritu diplomático para sentirse relativamente cómodo en los órganos de gobierno de la empresa? ¿Empatía para ver la realidad desde otros ángulos, para tender puentes? ¿Inteligencia intrapersonal, decisiva, para desatar los nudos gordianos que nos aprietan el alma? Ortega y Gasset decía que “dirigir es dar quehacer a las gestes, colocar a cada uno en su quicio”. Eso es lo que hacen los buenos gestores de equipos. Los malos desquician a sus colaboradores. La armonía entre talento y tarea, cuando va acompañada de trabajo, esfuerzo, paciencia, actitud y valores tan diferenciales como la humildad, alumbran la excelencia individual, única base sólida para descubrir y realizar el potencial de cada persona.